jueves, 8 de abril de 2010

Chile: Raza, herencia y tradición


El progreso de la humanidad, hoy queda demostrado, está lejos de ser infinito e indefinido como algunos personajes de la Historia lo anunciaron. La decadencia que la humanidad viene enfrentando ya desde hace bastantes años es signo de que la rueda de los tiempos está concluyendo, está terminando un ciclo, un periodo que comenzó con esplendor, con una edad dorada, pero que hoy es solo decadencia y horror, una verdadera edad de hierro.
Los pueblos como entidades orgánicas poseen un nacimiento y una muerte, precedida de una larga y agónica decadencia. El afán supremo de los igualitaristas es difundir que esta decadencia es una consecuencia netamente externa a lo biológico, que es una consecuencia de la desigualdad económica y la constante lucha de clases, como propone erróneamente el marxismo, por ejemplo. Pero nosotros los racistas sabemos que no es así, sabemos que no todas las razas son iguales y que a cada pueblo le corresponde una, dotándolo de características físicas, psicológicas y morales; es decir de un comportamiento determinado, de una cultura y de una herencia.
El nacionalsocialismo es fundamental y radicalmente diferente de las ideologías dominantes en el Viejo Orden, pues está basado en las leyes de la Naturaleza, o sea, en hechos y realidades, y no simplemente en una idea abstracta. Sin excepción, las ideologías del Sistema giran alrededor de la noción peculiar de "igual¬dad humana":

-Cristianismo basado en la idea de la igualdad espiritual
-Democracia, basada en la idea de la igualdad política.
-Marxismo, basado en la idea de la igualdad económica.
-Mundialismo, inevitable producto de los anteriores y basado en la idea de igualdad racial.
La historia y el estudio de la ciencia de los pueblos, nos enseña que hay tres etapas que inevitablemente nos llevan a la destrucción de la vitalidad de un pueblo y con ello la destrucción de los fundamentos del estado y de la cultura como tal. Estas tres etapas son:
- Una población decreciente.
- Un incremento de imperfecciones hereditarias.
- La promiscua mezcla de razas.

La Historia de Chile comienza con la llegada del conquistador visigodo, cuando la civilización vence a la barbarie, como dijo el historiador Francisco Encina. El legado de Chile es esa sangre heroica de estirpe imperial, de raza blanca, que a pesar del mestizaje de los primeros tiempos de la conquista de un sector del pueblo, supo sobreponerse al elemento indígena y absorberlo, hasta hacer desaparecer los fenotipos amerindios y realzar los europóides. Es así como debemos reconocer a la raza blanca mediterránea y a la cultura hispana como los dos grandes regalos con los que fue honrado Chile al momento de la Conquista, elementos que además, permitieron despertar a una tierra que no era nutrida del modo adecuado por quienes fueron sus primeros habitantes.

Para salvar nuestra identidad tenemos que aceptar primero que nuestro legado es la sangre, y que la sangre es nuestro honor, que no podemos dejar que la propaganda igualitarista propulsada por Sión envenene nuestro pueblo y destruya nuestra nación. Debemos rechazar la inmigración dañina para nuestra raza, como es la inmigración incaica que desde el norte todos los años nos invade. Debemos tomar conciencia y difundir el sentimiento racial ancestral, debemos alzar como nunca nuestras voces y decirle a esta democracia desintegradora que Chile somos nosotros, nuestra herencia ancestral y nuestros hijos.

¡Viva Chile!

Enviado por Joaquín Pineda.